Ambos pueblos tienen algo básico en común, a finales del siglo XV y comienzos del XVI sufrieron la intolerancia religiosa de los cristianos en unos episodios de nuestro pasado de los que no debemos sentirnos muy orgullosos y que ya están superados. El reino de Granada fue conquistado pedazo a pedazo, en un avance constante e imparable de las tropas de los Reyes Católicos. Tras la conquista definitiva, que se consiguió gracias a unas benignas capitulaciones que presumían de tolerancia y respeto, se incumplieron todos los acuerdos, aumentó la presión fiscal a los granadinos y la presión para la conversión al cristianismo. Finalmente, los moriscos que quedaron en la península ibérica tras la caída de Granada fueron expulsados por aquellos que los habían conducido a la rebelión con sus constantes abusos.
En América pasó algo parecido, pero más radical. Los europeos entendían que aquellos pueblos tenían que ser "civilizados" a golpe de cruz y espada, como si no tuvieran ya su propia civilización. Se llevó a cabo un verdadero genocidio y una forzosa conversión.
Un punto de conexión entre ambos pueblos es Almería. En las Alpujarras (granadinas y almerienses) tuvieron lugar los principales alzamientos moriscos contra los Reyes Católicos. Hernán Cortés llamó Almería al pueblo Azteca de Nautecal. En esta Almería de Nueva España tuvo lugar un alzamiento indígena contra los españoles, que terminó con el apresamiento de Moctezuma. En ambos casos Almería se convierte en la chispa de la rebelión.
Ahora me pregunto, ¿quién da derecho a una religión a considerarse superior y a expandirse a sangre y fuego? Nadie, por eso cito aquí una frase extraída de la novela que resume esta reflexión:
"Había vivido lo suficiente como para saber que la religión era uno de los motivos más fuertes que los hombres encontraban para odiarse..."