Mi última lectura es el clásico de ficción distópica “1984”, de George Orwell. Había oído hablar de este libro en muchas ocasiones, pero no me había animado a leerlo hasta ahora. Es una novela bien escrita, con una prosa correcta, pero carente de intensidad y emoción. Desde mi punto de vista, la narración es como el mundo que describe: gris. Tal vez ésta fuera la intención del autor, pero he de reconocer que no ha sido una lectura excesivamente agradable. Sin embargo, he terminado el libro y no me ha aburrido. Por tanto, a pesar de que la técnica narrativa es sencilla y no conmueve, la historia es interesante y te atrapa.
Sobre el contenido, la obra aborda la recreación de un mundo opresivo, asfixiante, controlado completamente por ese conocido “Gran Hermano” que debe estar presente incluso en nuestros pensamientos. Seguramente el escritor realizaba una crítica a los totalitarismos de su época: nazismo y comunismo, que pretendían controlar a la población de tal manera que la individualidad se disolviera en la comunidad.
Me parece una novela muy interesante como llamada de atención. Tal vez nos resulte exagerado lo que narra, pero la sociedad avanza por un camino que, bajo una apariencia de libertad absoluta, nos pone delante las opciones entre las que debemos elegir. En realidad, nuestro albedrío se mueve con libertad entre opciones preestablecidas. Puedes ser un trabajador sumiso, un joven alternativo, o incluso un hippie… detrás de cada opción hay una industria que produce mercancía para ser consumida por las diferentes opciones. Nos identificamos con aquello que consumimos, y creemos diferenciarnos de los demás y adquirir una identidad única, pero en el proceso de construcción de identidad no hacemos más que alimentar el sistema, ya compremos ropa de segunda mano en una tienda alternativa, o ropa de marca en una tienda exclusiva.
¿Por qué hago esta reflexión? Porque creemos que somos libres, pero en realidad seguimos patrones ideados para nosotros. No me quejo, puede que sea una buena forma de libertad, la más factible, tal vez. Pero debemos estar atentos, no engañarnos con esta ilusión y atacar cualquier intento de control, para que el mundo que nos describe esta novela nos parezca siempre exagerado...