Otros dos años empleé en escribir y corregir, hasta que obtuve un texto que me convencía. Ese tiempo lo recuerdo con mucho cariño, buscando huecos en el día para dedicarlos a esa pasión que era escribir. Las ideas fluían y parecían encajar bien en los hechos históricos que les servían de marco. Fue algo muy bonito, enriquecedor, sorprendente... Todo el miedo que sentía antes de lanzarme a trabajar con la novela se desvaneció a medida que el proyecto se materializaba. Sentía que aquello que estaba haciendo me completaba, daba más sentido a mi vida. Imagino que todos tenemos alguna pasión que nos hace sentir así. La mía es transformar ideas en palabras, y las palabras en historias.
Terminé el proceso de creación, y comenzó el de búsqueda de editorial... pero eso ya es otra historia que tal vez cuente otro día...
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