martes, 17 de diciembre de 2013

CONSUMISMO Y NAVIDAD

Lleva oliendo a Navidad desde finales de septiembre (a este paso acabaremos comprando los turrones en junio) y nos bombardean con anuncios, noticias, luces y carteles que nos incitan a comprar. Da igual lo que adquieras, lo importante es comprar. La Navidad, como punto álgido del consumismo en todo el año, se convierte en sinónimo de gasto y muchas familias comienzan a echarse a temblar nada más oír un villancico de fondo mientras pasean por la calle. 
Todo esto puede tener varias lecturas. Por una parte, rechazo firmemente el consumismo compulsivo en el que vivimos inmersos, donde tenemos que calentarnos la cabeza para buscar un regalo apropiado para nuestros seres queridos. Me resulta patético que en la opulencia en la que vivimos, tengamos que rastrear en las tiendas nuestros regalos porque las personas a las que van dirigidos tienen ya de todo. La costumbre de regalar, como algo excepcional, tenía sentido en aquellos tiempos en los que vivías con lo justo y esperabas ansioso estas fechas para recibir ese preciado regalo que exprimías durante todo el año. 
Por otra parte, también hay familias que lo están pasando realmente mal, que no cuentan con un presupuesto para regalos ni casi para comida, y que se sienten presionados por la sociedad para hacer compras de Navidad. Es la otra cara de la opulencia, la pobreza, que por desgracia cada vez está más extendida en nuestro país. Los que más tienen gastan sin freno lo que les falta a otros para comer. Ahora nos está tocando ver esta realidad en primer plano, pero lleva ocurriendo desde siempre si comparamos a nivel internacional. Mientras hace quince años todos vivíamos bien y salíamos alegres a las calles comerciales a gastar pagas extras, en otros países miles de personas se morían de hambre. Como siempre, unos acumulan a costa de otros. 
Por último, también hay que ponerse en el lado de los comerciantes, que esperan la Navidad para hacer caja y salir adelante. Es cierto que nuestra economía se apoya en el consumo, que hay muchos puestos de trabajo que dependen de él, que el mundo sólo gira en la medida en que haya un crecimiento constante que creemos que se va a mantener siempre. Pero nos olvidamos de lo que apuntaba antes, nuestro crecimiento se forja sobre la pobreza de otros. Aquí el análisis es más complejo y está pintado de utopía ¿Qué ocurriría si trabajáramos menos, lo justo para vivir y salir adelante? ¿Si la riqueza a la que renunciáramos se repartiera y todos tuviéramos lo suficiente para alimentarnos, tener un techo y vestirnos? Tendríamos más del bien más preciado: tiempo, a costa de menos bienes materiales superfluos. En lugar de que unos lo tuvieran todo y lo reciclaran cada tres meses, todos tendrían lo básico para vivir con calidad. Pero claro, aquí no estamos contando con algo fundamental: el ser humano es ambicioso, necesita metas, es agresivo, egoísta… al menos así lo ha sido hasta ahora. Por eso un sistema igualitario no sería sostenible a gran escala, para que lo fuera, sería necesario un cambio de conciencia global. Hoy por hoy no es posible pero, quién sabe, a lo mejor si todos se lo pedimos a los Reyes Magos…

miércoles, 11 de diciembre de 2013

"EL VIEJO Y EL MAR", DE ERNEST HEMINGWAY.

La nueva novela que he leído es “El viejo y el mar”, del gran Hemingway. “Por quién doblan las campanas” me fascinó y por eso me he decidido a leer esta novela corta. De nuevo aparecen en la temática las grandes obsesiones del autor: la aventura, la osadía, la valentía, el peligro, la vida al límite, en todos sus sentidos... 
En un lenguaje directo de frases cortas e intensas, Hemingway describe la particular odisea de un anciano pescador cubano que sale en su barca y se enfrenta a la naturaleza para sobrevivir. El hombre consigue una gran pieza y tiene que protegerla y llegar sano hasta la costa, luchando incluso con varios tiburones para conseguirlo. 
Tal vez sea una metáfora sobre cómo el éxito atrae la desgracia, sobre la vida como una lucha solitaria contra fuerzas que nos sobrepasan, sobre lo que verdaderamente importa cuando todo te falta… 
La obra es de fácil lectura, con la salvedad de algunos términos del argot pesquero que salpican las descripciones. Desde mi punto de vista, constituye más un ensayo sobre la condición humana que una novela propiamente dicha. Se percibe un aire filosófico que lo impregna todo con reflexiones y análisis. 
Una obra de calidad para pensar, para dejarse llevar por las palabras, que embisten como olas de un mar inquieto…

martes, 26 de noviembre de 2013

"EL GUARDIÁN ENTRE EL CENTENO", DE J. D. SALINGER


Hoy os reseño mi última lectura, “El guardián entre el centeno”, de J. D. Salinger. Últimamente me he dado cuenta de que mis entradas en el blog se están reduciendo a reseñas de lecturas, pero es que ando un poco atareado terminando mi última novela. Me disculpo, espero que comprendáis que el manuscrito me absorbe y apenas me deja tiempo para otra cosa. 

La novela que acabo de terminar de leer es todo un clásico que tenía pendiente en mi lista de lectura. Es la típica obra que todos hemos oído nombrar, pero de la que no sabemos mucho. Por eso decidí leerla sin buscar información adicional sobre ella. Me ha sorprendido el tema que trata y la forma en que lo hace. La descripción del hastío de un adolescente por la vida que le ha tocado vivir, hecha en primera persona, es todo un desafío para un escritor. Al no contar con un narrador omnisciente, el autor tiene que meterse en el pellejo de su protagonista y describir las situaciones tal y como él lo haría. Este adolescente es un joven rebelde al que no le va bien en los estudios, por lo que el problema se agrava. El autor salva el escollo dejando claro desde el principio que el joven es bueno en redacción, que lee mucho y que la única asignatura que aprueba es Literatura. Así, se puede permitir un estilo algo alejado del que usaría un adolescente al que no paran de echar de los colegios. 

La temática es buena y no ha dejado de ser actual. El muchacho protagonista vive en una constante crisis existencial, en la que cuestiona todo su mundo y no encuentra gusto por nada. El desinterés, la apatía, la desilusión… se convierten en sus señas de identidad. Se plantea en varias ocasiones retirarse de la vida en la ciudad, irse a una casa en el campo y buscar un trabajo sencillo, algo que parece que sus padres no aceptarían nunca. En este aspecto, curiosamente, he encontrado un punto de conexión importante con una película que he visto hace poco. Se trata de “Into the wild”, que narra cómo un joven hastiado del mundo académico y de los convencionalismos se escapa de casa con el objetivo de vivir por sus propios medios en plena naturaleza. Ambas obras tienen a un protagonista similar, un prototipo de joven que se repite en todas las sociedades y en todos los momentos. 

El desarrollo de la historia está bien trabajado. El autor te lleva de la mano por el camino, haciendo que en algunos momentos intuyas un cambio inesperado y terrible, que no siempre llega. 
En definitiva, un clásico que se merece la etiqueta por el desafío bien resuelto, por el estilo y por la temática que trata, con una empatía hacia el protagonista que creo debe tener algo de autobiográfico. 
Recomendada

martes, 5 de noviembre de 2013

"LOS JARDINES DE LUZ", DE AMIN MAALOUF

De nuevo Maalouf me sorprende con una maravillosa novela escrita con gran sensibilidad y una buena técnica. “Los jardines de luz” narra la historia de Mani, el fundador de un grupo religioso del siglo III que pretendía integrar las diferentes religiones con una actitud abierta y conciliadora. Sus seguidores pasarán a la historia como los “maniqueos”. La ambientación de esta novela en el imperio sasánida está bien trabajada y el hilo narrativo fluye sin tropiezos, con soltura.

Tal vez se echan en falta más explicaciones de determinados acontecimientos, pero son minucias dentro de una calificación global muy buena. Habiendo leído “Los desorientados” recientemente, se puede decir que Amin Maalouf ha experimentado una fuerte evolución entre ambas novelas, pero en todo momento ha conservado su aire lírico que tanto me atrapa. 
Por otra parte, el tema que trata en esta novela llama poderosamente mi atención y es un tema recurrente en mis propios trabajos. Se trata del camino que cada persona recorre a lo largo de una vida, de su evolución, de su “despertar”, de su toma de conciencia a medida que pasan los años y suceden determinados acontecimientos. En esta novela vemos a Mani, el protagonista, recorrer su propio camino con una convicción y lealtad que no se quiebran ante las amenazas o las adversidades. 
En general, una buena novela para pasar un buen rato y aprender.

lunes, 28 de octubre de 2013

EL PLACER DE LEER PARA UN ESCRITOR...

El escritor en su proceso de aprendizaje cuenta con una herramienta fundamental que lo modela, que le da forma y carácter. Se trata de la lectura, esa actividad tan agradable a través de la cual conocemos el trabajo de otros autores y las técnicas que manejan. El oficio de escribir se tiene que compaginar con el tiempo que dedicamos a la familia y amigos, con el trabajo que nos da de comer (ya que, tristemente, pocos escritores comen de lo que escriben), con otras actividades como el deporte y con las necesidades básicas, tales como alimentarnos y dormir. En los tiempos que corren el escritor se convierte en un verdadero “hombre orquesta” que tiene que hacer sonar él solo siete instrumentos diferentes y lograr que lo hagan en armonía. A todo esto hay que añadir la lectura con una doble vertiente: la de divertir y la de formar. Leer se convierte en un deber ineludible para aquel escritor que quiere mejorar y evolucionar. Se podría decir que es el gran tambor que llevamos a las espaldas y que marca el ritmo para los demás instrumentos. 

En este aspecto hay que tener en cuenta varios temas fundamentales. Uno de ellos es la elección de los libros que leemos. Tan importante es leer como elegir bien lo que leemos. El tiempo es limitado y la oferta literaria demasiado amplia, por eso mismo debemos filtrar recurriendo a opiniones ajenas, lecturas previas, sinopsis, primeras páginas o simplemente intuición. Una vez elegido un buen libro lo leemos, pero la lectura que realiza el escritor es diferente a la del lector por puro placer. Además de recrearnos en las escenas, prestamos atención a los recursos utilizados por el autor, el manejo de los ritmos, la construcción de los personajes, el vocabulario, la coherencia… Leer se convierte en aprender. De esta manera, desde mi punto de vista, el placer de la lectura cambia irremediablemente y corremos el riesgo de restarle placer. La lectura es menos fluida si nos detenemos constantemente a analizar. También, al menos en mi caso, uno se vuelve un lector exigente, que tal vez pida demasiado del libro que cae en sus manos. Soy consciente de que, a medida que pasa el tiempo, dejo más libros a medias porque no me llenan como esperaba. No te conformas con cualquier cosa. 
Sin embargo, cuando encontramos una joya literaria el placer de leer se multiplica por mil. De igual manera que rechazamos lo malo o mediocre, saboreamos sin límites una buena obra. El escritor se convierte en algo así como un crítico gastronómico que desdeña los platos mal elaborados, pero que es capaz de extasiarse con una comida bien preparada, y descubrir los secretos que esconde mejor que cualquier otro comensal. 
Escribir y leer andan de la mano. Aprendemos a escribir leyendo y yo añadiría: escribiendo aprendemos a leer…

sábado, 12 de octubre de 2013

LA TRILOGÍA DE NUEVA YORK (PAUL AUSTER)

Vuelvo después de un breve paréntesis con una nueva reseña sobre el último libro que he leído. En estos días he estado bastante ocupado, trabajando en mi tercera novela y colaborando con los organizadores del blog de las jornadas de novela histórica de Granada. Por cierto, os animo a que visitéis el blog, donde se publican contenidos muy interesantes.

A Paul Auster ya había tenido el placer de leerlo (Brooklyn follies), pero me quedé con ganas de explorar más su narrativa, que yo calificaría de “urbanita”. También conocía su trabajo como guionista en una de mis películas favoritas: Smoke. En “La trilogía de Nueva York” he encontrado al Auster más introspectivo, que utiliza ese constante marco urbano de Nueva York para reflexionar sobre la condición humana y su fragilidad. Desde mi punto de vista, la obra, dividida en tres partes que, de alguna manera, se conectan, tiene un eje que las vertebra y les da sentido: los desequilibrios. En las tres historias aparecen personajes cruelmente marcados por una vida insana, llena de artificios, que los despeña por un acantilado hacia la falta de identidad y la negación del ser. Son personalidades fuertes, pero al mismo tiempo sensibles, que se dejan marcar a fuego por una realidad oprimente que los acaba quebrando y rompiendo su equilibrio emocional. Personas que podríamos llamar disfuncionales, pero que todos los entornos urbanos actuales producen y mantienen. 

Sobre la técnica, de nuevo vemos en el autor ese estilo de telaraña que tanto lo caracteriza, con pequeñas historias laberínticas que nos conducen a un final incierto, donde parecen cobrar sentido. Su prosa es correcta y poco recargada, lo cual se agradece en una trama tan compleja. 

Por tanto, a modo de conclusión, diría que la novela me ha gustado más como reflexión, como ensayo sobre la cordura, que como obra literaria. Te plantea numerosas incógnitas y tiene el mérito de hacerte participar de la historia, de elucubrar a la par de los personajes.

jueves, 26 de septiembre de 2013

RUTA POR MOCLÍN

El pasado domingo estuve en Moclín con un grupo de familiares y amigos. Moclín es el pueblo fronterizo donde está ambientada mi primera novela. Hicimos la ruta conocida como del Gollizno, una ruta circular que desciende desde el pueblo hasta Olivares, para encarar el barranco del río Velillos y ascender desde allí al punto de partida. El sendero atraviesa pinares, avanza por la ribera del río y pasa por dos puentes y por una pasarela empotrada en el barranco. Vimos una escena de cacería que constituye una verdadera obra de arte rupestre del neolítico, y algunas trincheras que se conservan desde la guerra civil. Para terminar, visitamos el recinto amurallado que corona Moclín: la torre puerta y su entorno, que fueron objeto hace varios años de una intervención arqueológica, el Santuario del Cristo del Paño, donde se conserva el pendón de la villa y la imagen del famoso Cristo, que fue un estandarte de los Reyes Católicos, y el recinto de la alcazaba, con sus torres y aljibes, y sus imponentes vistas de Granada, a un lado, y Alcalá la Real al otro. 
Comprendimos por qué aquella fortaleza recibió el título de “Escudo de Granada”. Su situación entre Alcalá la Real y la capital granadina la convertían en un verdadero parapeto frente al avance cristiano. Fue frontera del reino durante cerca de siglo y medio, y su conquista supuso la apertura de la vega… de ahí a Granada sólo había un paso… 
Os recomiendo visitar el pueblo, hacer la ruta, subir al castillo y sus miradores, comer en sus bares, empaparse de su historia y de su naturaleza, que son alimento para las almas sensibles a la belleza...



jueves, 12 de septiembre de 2013

PRESENTACIÓN EN FNAC MARBELLA


Como ya sabéis, el pasado lunes 9 de septiembre presenté la novela "El escudo de Granada" en Marbella, en el FNAC del centro comercial "La Cañada". La experiencia fue bastante positiva. La sala estaba llena de gente y me sentí muy arropado por todos los asistentes. Conté con la participación de Francisco Moreno como presentador, todo un honor tener a mi lado a un historiador como él, con numerosas publicaciones a sus espaldas. Comparto con vosotros un par de fotos del acto. Un enorme GRACIAS para todos, los que estuvisteis físicamente y los que lo hicisteis de otra manera...


martes, 10 de septiembre de 2013

SUEÑOS DEL ALBAYZÍN

Mi última lectura ha sido un libro de Carolina Molina, “Sueños del Albayzín”. Es difícil ser objetivo con alguien a quien respetas y admiras, pero haré el esfuerzo, intentaré abstraerme y procuraré ser objetivo.

Es la primera novela que leo de esta autora y he de reconocer que me ha sorprendido. Su estilo narrativo se asemeja al del cuento, con una estética plagada de poesía y con buen manejo de los recursos literarios. Carolina demuestra que ha trabajado arduamente en la documentación, y ese trabajo lo traslada al texto de forma amena, haciendo que el lector aprenda con cada página. Por ser una época que yo también he estudiado para mis novelas, soy consciente de la dificultad que entraña y valoro la claridad en la exposición de hechos. 
Por otra parte, la trama está bien hilada. La vida del protagonista se muestra como eje argumental del que cuelgan, como abalorios de un collar, otras muchas historias reales y ficticias que dan riqueza y mantienen el interés. 
La novela está ambientada en la época en que Yusuf I era sultán de Granada y aparecen retratados los principales personajes de esa etapa histórica, como Ibn al-Jatib, Ibn Marzuq, Ibn Zamrak, el hayib Ridwan, el propio sultán y su hijo Muhammad V. 
He disfrutado con la lectura, me parece un buen libro para acercarnos a la Granada nazarí más esplendorosa, que al hilo de vidas de personajes anónimos se adentra en otros que todos conocemos para darles vida y hacer que se relacionen con los protagonistas. 

Si queréis conocer más datos sobre la autora y su obra, aquí os pongo el enlace a su blog:

lunes, 26 de agosto de 2013

1984 - GEORGE ORWELL

Mi última lectura es el clásico de ficción distópica “1984”, de George Orwell. Había oído hablar de este libro en muchas ocasiones, pero no me había animado a leerlo hasta ahora. Es una novela bien escrita, con una prosa correcta, pero carente de intensidad y emoción. Desde mi punto de vista, la narración es como el mundo que describe: gris. Tal vez ésta fuera la intención del autor, pero he de reconocer que no ha sido una lectura excesivamente agradable. Sin embargo, he terminado el libro y no me ha aburrido. Por tanto, a pesar de que la técnica narrativa es sencilla y no conmueve, la historia es interesante y te atrapa. 
Sobre el contenido, la obra aborda la recreación de un mundo opresivo, asfixiante, controlado completamente por ese conocido “Gran Hermano” que debe estar presente incluso en nuestros pensamientos. Seguramente el escritor realizaba una crítica a los totalitarismos de su época: nazismo y comunismo, que pretendían controlar a la población de tal manera que la individualidad se disolviera en la comunidad. 
Me parece una novela muy interesante como llamada de atención. Tal vez nos resulte exagerado lo que narra, pero la sociedad avanza por un camino que, bajo una apariencia de libertad absoluta, nos pone delante las opciones entre las que debemos elegir. En realidad, nuestro albedrío se mueve con libertad entre opciones preestablecidas. Puedes ser un trabajador sumiso, un joven alternativo, o incluso un hippie… detrás de cada opción hay una industria que produce mercancía para ser consumida por las diferentes opciones. Nos identificamos con aquello que consumimos, y creemos diferenciarnos de los demás y adquirir una identidad única, pero en el proceso de construcción de identidad no hacemos más que alimentar el sistema, ya compremos ropa de segunda mano en una tienda alternativa, o ropa de marca en una tienda exclusiva. 
¿Por qué hago esta reflexión? Porque creemos que somos libres, pero en realidad seguimos patrones ideados para nosotros. No me quejo, puede que sea una buena forma de libertad, la más factible, tal vez. Pero debemos estar atentos, no engañarnos con esta ilusión y atacar cualquier intento de control, para que el mundo que nos describe esta novela nos parezca siempre exagerado...

miércoles, 14 de agosto de 2013

PRESENTACIÓN EN FNAC MARBELLA

Me acaban de mandar el cartel promocional de la presentación que vamos a hacer en Marbella de la novela. Para mí es un placer compartir con vosotros esta información, porque sé que os alegra. El acto tendrá lugar en el FNAC de La Cañada y lo presentarán Allen Mortensen, fundador de la editorial SELEER y excelente persona, y Francisco Javier Moreno, doctor en Historia del Arte, autor de numerosas publicaciones y persona muy querida en Marbella, donde llegó a ser concejal de cultura durante el gobierno de la gestora. 
Si alguno de vosotros vive cerca y le apetece pasarse a escucharnos y pasar un rato agradable, estaré encantado de veros por allí. 


lunes, 12 de agosto de 2013

BAJO LAS ESTRELLAS

Se tumbaron junto a la ciénaga, sobre un lecho arenoso de antiguas inundaciones. Drunan levantó la cabeza de su hijo y juntó un pequeño montón de tierra para que le sirviera de apoyo. Boca arriba, ambos tenían la sensación de estar flotando en un mar de estrellas. El brillo titilante los hipnotizaba y les producía una sensación de vértigo, de caída hacia arriba. 
-Me encanta -dijo el pequeño. 
El padre sonrió y se mantuvo en silencio. Las noches eran muy cortas en aquella estación y quería saborear ese momento de poesía y belleza. 
-¿Vendremos todas las noches? 
-Si quieres, sí, hijo. 
El hombre se encontraba satisfecho, su hijo era como él, sabía apreciar aquellos sencillos regalos que la Madre les ofrecía. Tal vez pudiera ocupar su lugar cuando creciera. Sería un buen guía para su pueblo. 
-¿Cuál es esa estrella? 
-¿Aquella? -preguntó señalando la más brillante. El pequeño asintió-. Es una estrella como la nuestra, la que nos da vida y calor, pero está lejos. ¿Sabes?, los hombres de ciencia afirman que alrededor suya orbita un planeta muy parecido a éste, con condiciones muy buenas para albergar vida. 
En ese instante los ojos del niño se encendieron de interés. 
-¿Se ve desde aquí? -el padre señaló una débil luz cercana a la estrella-. ¡Uaah! -exclamó su hijo. 
-Es el tercer planeta de ese sistema y tiene un satélite. 
-¿Sólo uno? 
-Sí, hijo, sólo uno. Según los sabios, ese planeta tiene más agua que tierra, ¿te lo puedes imaginar? 
La mente del niño voló e intentó visualizar cómo sería un planeta con tanta agua. Sin duda, estaba fascinado por aquella visión. A partir de aquel momento permaneció callado, absorto en sus pensamientos, observando la minúscula luz rodeada por la inmensidad del firmamento. Una curiosa sensación lo invadió y le hizo estremecerse. Sintió que desde aquel punto perdido en un mar de estrellas, alguien le devolvía la mirada…

martes, 6 de agosto de 2013

LAS ARENAS DE AMÓN

Mi última lectura ha sido una novela histórica de manual. Valerio Massimo Manfredi es un autor muy conocido con una gran habilidad para narrar. Es todo un especialista en el género de la novela histórica, donde destaca. Su mérito, desde mi punto de vista, reside en saber coger a personajes históricos, que normalmente están revestidos de un aura cuasi mágica, y convertirlos en personas, tratar de acercarnos a la persona que hay detrás del personaje. En este caso, en “Alexandros: Las arenas de Amón”, se centra en la figura de Alejandro Magno. 
Su estilo es muy fluido y de fácil lectura. Sin caer en cultismos ni excesivos lirismos, cuenta una historia que por su sencillez narrativa atrapa. Las descripciones, aunque abundantes, no son pesadas, lo que consigue introducirnos en el ambiente que recrea. Cuando digo que es una novela histórica de manual me refiero precisamente a todo esto, no se trata de una novela culta, con un lenguaje refinado ni un análisis profundo de personalidades, pero ofrece una visión muy creíble y atractiva de una realidad histórica. Personalmente, creo que la novela histórica debe abandonar ese tono formal que normalmente la domina y evitar caer en tópicos, para convertirse en el digno género que en realidad es. Como autores de novela histórica, prefiero a Tariq Alí o Maalouf, que utilizan los recursos de la novela de calidad ordinaria para sus novelas históricas. 
Las arenas de Amón es la segunda obra de una trilogía sobre la figura de Alejandro. He decidido leerla aislada porque está ambientada en la etapa que más me llama la atención, la conquista de Anatolia y la llegada a Egipto de las tropas macedonias. 
En resumen, se trata de una novela bien escrita que narra correctamente unos hechos muy interesantes. La recomiendo en la medida en que os llamen la atención los hechos que narra. Sin grandes aspiraciones literarias, el autor maneja con precisión el lenguaje para conseguir lo que se propone: entretener y enseñar. 

jueves, 1 de agosto de 2013

LA SOLEDAD DE ESCRIBIR...

Escribir, en esencia, es soledad. Todos los que escribimos sabemos de lo que hablo. Se trata de una actividad en la que el escritor debe aislarse del mundo real para construir el suyo propio. Son muchas las horas que pasamos en el estudio leyendo, imaginando y derramando sobre el teclado nuestras ideas. Para muchos, esta actividad es difícil de comprender, entienden que las horas de soledad no se pueden compensar con el producto que sale de ellas. 
Pero esas personas no tienen en cuenta que al escribir creamos, damos vida a aquello que se esconde en nuestra cabeza. Mientras imaginamos vivimos, y saciamos una sed que de ninguna otra forma se puede calmar. Como decía en otra entrada, es una compulsión la que nos arrastra a encerrarnos junto al escritorio. Los personajes de nuestras novelas se definen al ritmo del tecleo y llegan a adquirir una personalidad que está por encima de nosotros mismos. Por tanto, escribir no es soledad, es crear nuestra propia compañía. Pasamos horas con ellos, alegrándonos y sufriendo a su par, tomando decisiones sobre unos destinos que, en la mayoría de las ocasiones, tenemos la sensación de intuir, más que inventar, como si pudiéramos atrapar con palabras una realidad que ya existía antes que nosotros, pero que no todos pueden percibir. 
Finalmente, de manera altruista, regalamos sus historias para que hagan compañía a nuestros lectores, para que ellos también se emocionen con nuestros personajes, y se alegren, y sufran con ellos, de la misma manera que hemos hecho nosotros al "parirlos". 
Escribir no es soledad, escribir es llenar nuestra vida y la de muchos otros con una de las mejores compañías que existen: un libro.

jueves, 25 de julio de 2013

INTRODUCCIÓN DE "EL ESCUDO DE GRANADA"

-¡En el nombre del sultán, deteneos! ¡Volved a vuestros hogares o tendremos que usar la fuerza!
La voz del capitán sonaba como un trueno desde el adarve de la torre pero, por encima de la suya, las mil voces de los rebeldes ascendían lamiendo la piedra de las murallas, como una marea incesante que golpeaba los muros y la puerta, los atravesaba, y se adentraba en los jardines de los palacios de la Alhambra. Los soldados de la guarnición observaban a los sublevados sin saber muy bien qué hacer. Apenas eran trescientos acuartelados, contra los miles que reclamaban ver al sultán desde las cuestas de la Sabika.
Reduán Venegas se reunió con los capitanes en lo más alto de la puerta de la Ley. El noble había acudido al palacio para hablar con el sultán y aguardaba una respuesta de su secretario cuando comenzó el tumulto.
-¿Qué está pasando? -consiguió preguntar cuando se repuso.
-Señor -tomó la palabra uno de ellos, el de mayor edad-, Granada entera se ha levantado contra Muley Hassan, no sabemos cómo actuar.
Con la respiración aún agitada por la carrera, Reduán asimiló las palabras y dudó unos instantes antes de ponerse al frente de la improvisada defensa.
-¿Está informado nuestro sultán?
-No lo sé.
-Pues que alguien vaya a comprobarlo. Mientras tanto, apuntalad la puerta y apostad ballesteros en la torre y por todo el adarve.
Los capitanes cumplieron sus órdenes. Cerca de cincuenta ballesteros se repartieron por la muralla, dispuestos a disparar al más mínimo intento de asalto. El pueblo reaccionó con ira y una lluvia de piedras e incluso tiros de ballesta acosó las almenas.
De pronto, como por arte de un encantamiento, se hizo el silencio. Durante unos instantes tan sólo se oyó el murmullo de los rebeldes, que se mandaban callar unos a otros.
-¡Abrid la puerta! -sonó una única voz desde la muchedumbre. Sólo hubo silencio como respuesta. -¡Abrid la puerta o la echamos abajo!
Reduán miró al capitán que le había informado de la situación. Éste agachó la cabeza. El noble se retorció en su puesto y finalmente dio la cara desde la torre.
-¡¿Quién da esa orden?!
-Soy el faquí Abd al-Rahim y hablo en nombre del pueblo, un pueblo al que parece haber olvidado su gobernante.
Como apoyo a sus palabras se oyeron vítores y los chasquidos de los aperos que la mayoría enarbolaba, como armas de un ejército sin recursos.
-Nuestro sultán nunca olvida a su pueblo -reprochó Reduán.
-Nuestro sultán se encierra en la Alhambra y deja que los cristianos conquisten a su antojo. Han tomado Ronda, Coín, Marbella... ¡Se ríen delante de nuestras narices, cercanos ya a Málaga!
-Debemos fidelidad al sultán -contestó el noble, con los labios apretados.
-¡No a este sultán!
Y aquel grito fue el resorte que hizo despertar de nuevo a los exaltados, que arremetieron contra la puerta con el ímpetu de un ariete. Las maderas crujieron, los goznes eran resistentes, pero acabarían cediendo. Reduán Venegas observó a los ballesteros que, impacientes, aguardaban su orden para disparar. En el último momento, cuando todo parecía indicar que la sangre correría esa mañana por las laderas de la Sabika, la puerta se abrió lentamente y los rebeldes se apartaron, extrañados, para ver qué les esperaba al otro lado.
Ante ellos apareció Zoraya con su hijo de la mano. La favorita del sultán se enfrentó altiva a los hombres y con paso seguro caminó hacia ellos tirando del niño. Le abrieron paso y se colocó a varios pasos de la puerta, rodeada por los faquíes que dirigían la rebelión. Todos quedaron petrificados, todos menos el viejo Abd al-Rahim, que cuando la tuvo delante gritó para que todos lo oyeran.
-¡Vergüenza siento de nuestro soberano. Nos manda a una mujer para decirnos lo que él no tiene valor de decir!
El coro de vítores volvió a sonar y cuando se serenaron Zoraya tomó la palabra.
-Mi esposo, Muley Hassan, yace enfermo y no puede atender vuestras demandas; que el Compasivo lo proteja y le dé salud. La terrible enfermedad que padece lo mantiene alejado de los asuntos de gobierno, por lo que pide a su pueblo -hizo una pausa y miró a su alrededor mientras trataba de serenar su respiración-, el pueblo al que tanto ama, que tenga paciencia y aguarde su mejoría, o que acepte como sultán de Granada a su hijo -empujó al niño ante los faquíes y aguardó la respuesta.
Abd al-Rahim negó con la cabeza, sus ojos se llenaron de furia y bramó una contestación que todos tenían en mente.
-¡Ni un sultán enfermo, ni un sultán niño es lo que necesita Granada en estos momentos!
En esta ocasión, en el griterío que siguió a la intervención del faquí se oyó un nombre que todos coreaban: Muhammad ibn Sa’d. Varios hombres alzaron pendones con el nombre del hermano del sultán escrito con letras bermejas. El pueblo pedía un nuevo líder. El escándalo no cesaba y la muchedumbre empujaba, pidiendo a los faquíes que se apartaran para dejarlos entrar en la Alhambra. Zoraya agarró a su hijo y atravesó la puerta. Los faquíes parecían vacilar, si dejaban el paso abierto los rebeldes acabarían con la mujer y su hijo. Por la mujer no sentían el más mínimo aprecio, para ellos no era más que una cautiva cristiana que había conseguido embaucar al sultán. Pero el niño, aunque fuera el hijo de una conversa, también lo era de Muley Hassan.
En medio de aquella confusión Reduán, que había observado la escena desde la torre, habló para todos.
-¡Negociemos! -tuvo que repetirlo tres veces para que lo escucharan-.Yo mismo había venido aquí para hablar con nuestro sultán, pero si es verdad lo que nos ha contado su esposa, si padece una terrible enfermedad, ya nada tiene sentido. Si Muley Hassan es incapaz de gobernar cuando tanta falta hace una mano firme que gobierne, veo razonable que el pueblo granadino proclame otro nuevo sultán -los faquíes escuchaban sorprendidos y los rebeldes que los seguían se habían serenado-. También veo justo que su sucesor sea su propio hermano. Ahora es walí de Málaga, pero todos sabemos que no pondrá objeciones para tomar las riendas del sultanato. Os doy mi palabra de que yo mismo me encargaré de todo, pero ahora necesito que os vayáis a vuestras casas. La sangre que se derrame aquí hoy no hará más que deslegitimar una sabia decisión -en este punto dirigió la mirada a Abd al-Rahim que, con gesto grave, asintió-. Yo personalmente acudiré a Málaga para informar a Muhammad ibn Sa’d de lo que Granada ha decidido.
Los faquíes cuchichearon y dialogaron sobre la propuesta. Habían conseguido todo lo que pretendían, pero tenían que hacer una última demostración de poder.
-Zoraya, su hijo y el sultán enfermo deben irse de la Alhambra, no los queremos aquí.
-Está bien -contestó Reduán Venegas-. Dadles un plazo razonable y se marcharán. De todo esto me hago responsable, y si no cumplo con la palabra que os he dado podéis volver para darme justicia.
Los faquíes no encontraron nada más que añadir y dieron la orden de disolver la revuelta. Lentamente, los hombres desalojaron la explanada de la puerta de la Ley. Reduán Venegas suspiró y relajó los músculos. En ese momento se dio cuenta de que tenía las uñas clavadas en las palmas de las manos. Los capitanes le presentaron sus respetos y se apresuraron a cerrar de nuevo la puerta. Reduán descendió de la torre y caminó despacio en dirección al palacio, las piernas aún le temblaban. Cuando estuvo apartado de los soldados de la guarnición esbozó una sonrisa, todo había salido según lo planeado.

martes, 16 de julio de 2013

LA SOCIEDAD QUE DEVORA

En algunas sociedades de las que consideramos tribales y primitivas desde nuestra etnocéntrica cultura occidental, la belleza se puede considerar como sinónimo de opulencia en las formas, cuellos estirados a base anillas doradas, pies pequeños deformados por vendajes, labios del tamaño de una mano o ausencia de las paletas superiores. Cuando observamos estas manifestaciones culturales sobre la concepción de la belleza, solemos precipitarnos hacia una serie de calificativos que tachan a esos pueblos de bárbaros, atrasados, no civilizados o, siendo un poco generosos, de ingenuos, sin detenernos siquiera a observar las barbaridades que nuestra civilización produce y alimenta. Nos creemos en posesión de la verdad, una verdad incuestionable que nos legitima para juzgar lo ajeno.

Si nos remontamos medio siglo atrás en nuestra propia historia, belleza femenina era sinónimo de carnes prietas, senos generosos, formas redondeadas y piel nívea como una nube de verano. Sin embargo, hoy día en nuestra cultura, belleza significa renunciar a la carne como parte de nuestro cuerpo, ofreciendo una imagen del mismo provista de una delgadez que roza lo enfermizo cuando se busca de forma apresurada e irracional. Tal vez sea cierto que debemos quitar primero la paja de nuestro ojo para poder ver la del vecino, porque si analizamos nuestro patrón actual de beldad, podemos concluir que no se aleja en absoluto de lo que catalogamos como “barbaridad” en lo que vemos en esa persona que alarga y deforma su cuello con anillas metálicas. En definitiva, todos estos conceptos de belleza suponen un castigo al cuerpo. 

¿Qué ocurre entonces, cuando nos damos cuenta de que nuestra visión de la hermosura no es la única, y que tal vez se trate de un patrón histórico-geográfico tan absurdo, convencional y susceptible de cambio como el color de moda para la colección de primavera?, ¿cuál es el verdadero concepto de belleza, si es que existe?. Tal vez la respuesta la hallemos en Max Weber, que afirmaba que la belleza, como la bondad, no es más que un concepto ideal que sólo tiene utilidad como referencia para el análisis, puesto que en esencia jamás lo encontraremos en la realidad. Pero dando de lado a estas disertaciones filosóficas de alguien que no llegó a contemplar cómo una adolescente se dejaba influenciar por ese concepto etéreo e inabarcable hasta el extremo de verse los huesos levemente disimulados por una capita de piel, considero necesaria la reflexión sobre un problema agudo que salpica a un amplio sector de la juventud impregnándola de una severa falta de autoestima. 

Todos hemos oído hablar de nuestra sociedad como una sociedad consumista, formada por un cúmulo de individuos que compran compulsivamente todo lo que está a su alcance y anhelan poseer más recursos para poder consumir más. Quizás esa definición sea cierta, pero no recoge el aspecto más fiero y cruel de esta sociedad: su faceta consumidora. No sólo está formada por consumidores, sino que a su vez la sociedad consume y devora a todos aquellos que escapan a sus cánones y rígidos criterios de valoración. La sociedad que formamos y mantenemos todos los seres humanos llega a constituirse en un ente abstracto ajeno a nosotros mismos, que impone sus propias reglas y los castigos aplicables a la desobediencia: frustración, desinterés, desviación, desmotivación,... Desde mi punto de vista, la sociedad es una madre exigente y carente de comprensión que margina a los que eluden su presión y presiona hasta límites insospechados a los que se dejan llevar por sus reglas. 

Hoy en día en nuestra sociedad se ha creado un concepto de belleza que se expone desde los más diversos medios, configurando un halo de irrealidad cuasi mística en torno a la ascética lucha por la delgadez. En la televisión, radio, prensa, cine y otros muy diversos medios se muestran los ideales corporales a los que toda persona debe aspirar para sentirse bien, creando a la vez una respuesta de ansiedad y desesperación en quien no se ajusta al modelo. La consecuencia evidente es un amplio grupo de jóvenes que renuncian a su vida por la absurda meta inventada de conseguir un cuerpo “aceptable” por las reglas sociales. Esta juventud rechaza su propio cuerpo en la medida en que sienten que no es “bello”, y acaban embarcándose en una lucha contra su propia naturaleza que nunca tiene fin, ni siquiera cuando son conscientes de que no hay un solo gramo de grasa en sus cuerpos. De esta manera, conseguir la delgadez a cualquier precio se convierte no sólo en una meta, sino en una forma de vida o, en la mayoría de los casos, de renunciar a la vida. 

Después de leer esto es inevitable pensar en un tono pesimista en cuál puede ser la solución para este problema. Tal vez la solución pase por remover los cimientos de una sociedad que se asienta sobre unos valores podridos y excesivamente superficiales, pero si ese objetivo nos parece demasiado idealista o imposible, conformémonos con conseguir que la juventud rechace esos principios sin sentido y comience a medir su belleza por sus propios ojos, en lugar de por la regla estricta de una sociedad eternamente exigente, dispuesta a devorarnos en cuanto nos salgamos de sus patrones.

martes, 2 de julio de 2013

HERMAN HESSE

Acabo de terminar de leer "Narciso y Goldmundo", una novela del gran Herman Hesse. Curiosamente, gracias a mi amiga Mari Ángeles, me he enterado de que tal día como hoy nació este autor, premio Nobel de literatura. Como todo lo que he leído de Hesse, me ha encantado, aunque debo reconocer que no está a la altura de Siddhartha o Demian. 
Su prosa culta resulta fluida y combina a la perfección con una historia bien tramada que te atrapa como un cuento de hadas. Habiendo leído otras obras de este autor, me permito analizar el contenido partiendo de su atracción por la espiritualidad y su contacto con el mundo oriental y su filosofía. 
Desde mi punto de vista, la historia que se narra es una metáfora de la dualidad humana, siempre en pugna por conseguir un equilibrio entre el "alma femenina" y el "alma masculina". Según la mística, ambas almas moran en nuestro interior, representando lo masculino a la fuerza, la razón, la voluntad..., y lo femenino a la sensibilidad, lo sentimental, lo emocional... En la novela, Narciso representa al alma masculina, con un discurso intelectual coherente y preciso, buscando seguridad y estabilidad. Goldmundo representa al alma femenina, que se deja llevar por las emociones, cambiando constantemente, experimentando la vida intensamente y huyendo de la seguridad de la vida apacible. Cuando Herman Hesse habla de lo femenino y lo masculino no se refiere a generalizaciones sobre hombres y mujeres, sino más bien a rasgos que están presentes a la vez en unos y otras, por lo que no necesariamente una mujer tiene que sentirse identificada con el "alma feminina" de la que se habla en la novela. 
La historia es interesante y narra cómo Narciso y Goldmundo se conocen en un monasterio (que para mí representa la unidad) y cómo Goldmundo enseguida siente el impulso de abandonarlo y lanzarse a la aventura, a pesar del gran aprecio que siente por su amigo. Como en otras obras, se cuenta una historia de evolución del individuo, que emprende un viaje iniciático de aprendizaje. En este viaje Goldmundo tiene contacto con la vida en estado puro, con la sexualidad, con la libertad, con el éxtasis y también con la muerte. Sin embargo, Narciso espera paciente en su monasterio, dedicado a sus estudios y a su carrera en la jerarquía monacal. 
Dos caras de una misma realidad, dos impulsos vitales que viven dentro de cada ser. La reflexión que se puede extraer tras leer esta obra es que la felicidad se encuentra en el equilibrio, en la coexistencia pacífica entre las dos tensiones, en una vida apacible y segura en la que tengamos espacio para que nuestro lado emocional se exprese y se desahogue. ¿Cómo conseguirlo? Hay un único destino, pero mil caminos llevan a él...

martes, 25 de junio de 2013

...ADIÓS MUCHACHOS...


...Adiós muchachos compañeros de mi vida, barra querida de aquellos tiempos...

Podía oír a la perfección aquellas palabras desgarradas que acompañaban a las notas del bandoneón, como si realmente Carlos Gardel estuviera allí delante, en la plaza Mariana Pineda de Granada, junto a aquel viejo músico que agitaba con desconsuelo su instrumento para aportarle algo de teatralidad al espectáculo. No acababa de creerlo, en realidad creía estar aún en mi Buenos Aires, en la Calle Florida, observando cómo los turistas llenaban de plata el sombrero de un improvisado bailarín de club que acababa de terminar su función.

No pude resistir la tentación, después de tres años de exilio me había ganado el derecho a unos minutos de nostalgia. Me senté junto al viejito arrugado y me dejé llevar por la magia que manaba de sus dedos en forma de suspiros. No era el mejor concertista, ni siquiera usaba un buen bandoneón, pero a mí su música me sonaba a pampa, y me llevaba de un zarpazo a mis días dorados de farra en mi añorada Argentina. Podía ver a mis muchachos, a los compañeros que había dejado allá; a mi padre en su pequeño trozo de patria en el cementerio de Buenos Aires; a mi mamita, ansiosa por tener noticias, escuchando el sonido metálico de una radio demasiado antigua junto al balcón del salón. Todo me sabía a recuerdos y la canción sonaba para avivar unas brasas que me consumían lentamente en el suplicio dulce de revivir el pasado. Sentía vibrar toda la plaza con aquellas notas con aire de reproche, los árboles, los edificios, incluso el suelo parecía estremecerse. Pero a nadie más que a mí le importaba, nadie parecía inmutarse ante aquel espectáculo sobrecogedor, para nadie tenía tanto significado aquella canción como para mí... Cada cual absorto en sus pensamientos pasaba delante de nosotros sin ni siquiera detenerse unos segundos a saborear los acordes. Es extraño, vivimos rodeados de cosas hermosas y nos empeñamos en vivir ajenos a ellas. No hay más que sentarse en un banco de piedra y escuchar, dejar que un músico callejero nos lleve lejos con sólo acariciar las teclas de un bandoneón de tercera.

El viejito seguía tocando mi canción y en algunos golpes de tono me dedicaba una mirada de soslayo y un gesto exagerado, para hacerme partícipe de la interpretación. Yo, extasiado, le devolvía una sonrisa. Se acercaba el final y ya comenzaba a sentir nostalgia, me hubiera pasado tres horas oyendo una y otra vez aquella canción de despedida, aquel adiós continuo con el que me sentía tan identificado. Finalmente, un estruendo acelerado que dio paso a un rotundo silencio en el que aún vibraban los acordes. Yo permanecí un instante con los ojos cerrados, hasta que el músico me despertó pidiendo unas monedas.

Me levanté a disgusto y comencé a buscar en mi bolsillo mientras le preguntaba:

-¿Paisano?

Él se agachó para coger un cartón de vino y, alzándolo, contestó:

-Yo soy como este vino, de la tierra.

Sonreí y le di las monedas. Fue entonces cuando lo comprendí. El mundo está lleno de muchachos que constantemente se están despidiendo, y no importa dónde vivas, ni siquiera de dónde seas... sólo importa lo que sientas...

lunes, 17 de junio de 2013

EN EL OCASO DE NUESTRO MUNDO, DAME TU LUZ

El sol comenzaba a declinar, cayendo sobre la vega de Granada para incendiar sus campos con los brillos cobrizos del ocaso. La ciudad se preparaba para la oración del atardecer, apagando lentamente sus quehaceres al ritmo pausado en que las sombras comenzaban a invadir los callejones del Albaicín. Una extraña calma caía pesadamente cubriendo el ambiente con la tonalidad grisácea de las nubes de tormenta. Durante toda la tarde el cielo había amenazado con una descarga de agua, pero nada parecía alterar esa tranquilidad que precede a los aguaceros, llegando a convertirse en un estado perenne. 

En la Alhambra, desde el adarve de una de sus soberbias murallas, un soldado observaba cómo la ciudad se oscurecía y el humo de mil hogares encendidos comenzaba a elevarse hacia el cielo gris. Todos se preparaban para romper el ayuno. Muchos hombres merodeaban junto a la Mezquita Mayor, en el barrio de la Alcaicería, mezclándose con los comerciantes que comenzaban a cerrar sus negocios y con los muchachos que recibían clase en la Madraza.

El soldado, inmóvil en su puesto de guardia, dirigía la mirada a las casas del Albaicín. En sus ojos lucía una nostalgia imprecisa que parecía ahogarlo en anhelos de un porvenir despejado de incertidumbres.

El sol acarició el horizonte y empezó a perderse tras las montañas, más allá de los arrabales de la ciudad, más allá del campamento de los castellanos en la vega, más allá de los sueños perdidos por los granadinos en las tierras arrebatadas... pero en el barrio del Albaicín nada parecía cambiar, todo continuaba impregnado de serenidad, sin que nadie diera señales de que había vida en aquellas casas desordenadas plantadas en la ladera de una colina. En unos momentos el sol se perdió tras la silueta de los montes, al mismo tiempo que la voz del muecín de la Mezquita Mayor comenzaba a recitar la llamada a la última oración. Sus cantos vistieron de silencio la ciudad. La bella voz, la voz que merecían las palabras reveladas al Profeta por el mismo Allah, flotaba en el aire sobre los tejados de los fieles. Mientras tanto, el soldado se orientó para rezar.

Concluida la oración retomó su guardia, pero no conseguía apartar la vista del Albaicín. Aguardaba paciente a que terminaran los banquetes que todos habían soñado durante el largo día. Ahora la vida bullía de cada casa, se oían risas, cantos lejanos en las casas de los nobles y el trajín de las bandejas y los cacharros para guisar. Avanzó la noche y el ruido se fue esfumando. El soldado apenas podía contenerse y paseaba nervioso sobre el adarve, sin perder nunca de vista las casas. De repente, una luz destelló desde una ventana. Sintió cómo su estómago se encogía y le faltaba el aire. Contuvo la respiración a la espera de la señal. Una mano que apenas adivinaba en la distancia tapó el reflejo de la luz, y al instante se apartó de ella dejándola de nuevo brillar. Él permaneció aferrado a su lanza creyendo que moriría si tenía que aguardar un instante más. La mano volvió a dejarse ver, esta vez para cerrar la ventana y ocultar la luz y su propio cuerpo. Pero el soldado no necesitaba ya ventanas para verla a ella. La señal había sido clara: “si tapas una vez la luz, entenderé un sí, si la tapas dos veces, entenderé un no”, le había dicho él esa misma mañana.

Hiba, la dueña de sus noches de insomnio, le había declarado que le amaba, y a él ya no le importaba la llovizna que acababa de comenzar, ni el asedio que mataba de hambre a su pueblo, ni siquiera le importaba saber que sería testigo de la caída del Emirato de Granada...

viernes, 14 de junio de 2013

ESTATISMO DE FONDO

En el pasado los cambios eran revolucionarios. Las sociedades permanecían estáticas durante largos períodos y, en un momento dado, se producía un cambio global, de grandes dimensiones, que removía los cimientos de la realidad y producía cambios de magnitudes insospechables para los ciudadanos de la época. Dos ejemplos clásicos son la revolución francesa y la revolución industrial. 
Hoy en día, sin embargo, el cambio es el estado habitual de la sociedad, que avanza a un ritmo trepidante demandando constantemente una adaptación de las estructuras a las nuevas circunstancias. En los últimos años se viene produciendo un fenómeno un tanto singular. Una gran crisis ha sacudido al mundo entero, como señal de la necesidad de un cambio revolucionario pero, a pesar de todo, los dirigentes mundiales se siguen empeñando en mantener el sistema tal y como está. Se trata de una lucha por mantener un estatismo de fondo, mientras que todo el entorno pide un cambio. 
Ahora más que nunca, con un sistema político y económico colapsado, se hace necesario un cambio, pero los poderes se aferran al clavo ardiente y buscan sus propias soluciones para mantener una estructura que ha demostrado estar obsoleta y que ha producido grandes desigualdades dentro de los países y entre países, a nivel mundial. 
La solución a este problema sería compleja, pero pasaría por aventurarse en el cambio, por adaptarnos a la nueva realidad. Las crisis son como un dolor de rodilla que nos indica que algo no va bien y, por otra parte, son una oportunidad para afrontar las soluciones a problemas que se han mantenido hasta el momento en silencio. 
Por lo que se ve en las noticias, parece que nuestros dirigentes van a desaprovechar la ocasión, se empeñan en hacer remaches en un castillo que está a punto de desmoronarse, en lugar de dejar que se caiga y construir uno nuevo sobre bases más sólidas y justas. ¿Cómo sería ese nuevo castillo? Como comprenderéis, esa pregunta escapa a mis posibilidades de análisis. Es un “punto ciego” que ahora no logramos ver, pero que puede que pasados unos años pensemos: ¿cómo no lo hicimos antes? Se trataría de lanzarse al abismo con valor, honestidad y honradez, tres ingredientes que faltan en la política actual. 
Difícil de conseguir, pero hay una esperanza. Hay una teoría evolutiva que estudié en la carrera y que explica la aparición de la vida fuera del agua de una manera muy interesante. Cuando grandes extensiones de agua comenzaron a secarse quedaron charcas aisladas de tamaño más reducido. Los animales acuáticos, que enseguida se quedaban sin recursos, salían de sus charcas momentáneamente para trasladarse a otra cercana. Al principio apenas aguantarían unos segundos fuera del agua pero, con el tiempo, desarrollaron la capacidad de respirar e incluso desarrollaron patas que les ayudaron a moverse fuera del agua para encontrar esas charcas. Así, el empeño de seguir viviendo en el agua produjo formas de vida que podían vivir fuera de ella, la lucha por mantenerse estáticos lo que produjo fue una situación totalmente nueva. Confiemos en que esta teoría sea cierta.

domingo, 9 de junio de 2013

VULGARIZACIÓN DE LA CULTURA

Somos lo que consumimos. La frase original es “somos lo que comemos” y se trata de una afirmación muy certera. Si observamos la naranja antes de comérnosla le podemos susurrar tranquilamente: -Tú serás yo. Realmente el alimento pasa a formar parte de nosotros, nuestro cuerpo lo digiere, lo transforma y lo integra. Precisamente por eso tenemos que controlar qué comemos. 
La frase que propongo es una pequeña variante de ésta que la hace extensiva a otros ámbitos. Todo lo que consumimos se convierte, de una u otra forma, en nosotros. Me refiero primordialmente al consumo cultural, a aquello que leemos, oímos o vemos. Los productos culturales también se quedan con nosotros, crean nuestra personalidad, nuestra manera de entender el mundo, nos transforman… También en este caso tenemos que cuidar lo que consumimos. 
Últimamente hay una tendencia general a lo breve y mediocre, escudándonos en que tiene que “llegar” a todo el mundo. En resumen, desde mi punto de vista, nos tratan como a niños, decidiendo por nosotros lo que podemos o no podemos ver. Además, con esta actitud, mantenemos la ignorancia del que no sabe. Si queremos una sociedad bien informada, culta, con capacidad de crítica, debemos alimentarla con productos culturales de calidad. También es cierto que la oferta debe ser amplia, pero no podemos sacrificar la excelencia por la mediocridad de una masa acrítica. No se trata de elitismo, más bien es todo lo contrario. Lo que propongo es que todos tengamos acceso a esos productos, que la cultura sea un bien deseado y consumido por todos. 
¿Dónde empieza este trabajo? Como es fácil deducir, en la educación. En nuestros colegios está la clave para conseguir una sociedad más preparada, más consciente de su realidad, más interesada por su entorno y, en definitiva, mejor. Tenemos unos profesionales de la enseñanza insuperables, pero unos políticos ineptos que aprovechan sus legislaturas para deshacer la huella del gobierno anterior, sin tener en cuenta que la educación debe ser objeto de un gran pacto social que mantenga un criterio único. 
En el campo de la literatura, asistimos a unos tiempos en los que las grandes editoriales publican con un mínimo de calidad y un máximo de expectativas comerciales. Se publican novelas de escaso nivel literario que se venden en función de modas. De igual forma sucede en el cine, la música... 
Por tanto, a modo de resumen, la solución a esta vulgarización de la cultura pasa por mejorar la demanda a través de la educación, y la oferta a través de un trabajo serio de las productoras y editoriales.

domingo, 2 de junio de 2013

ESCRIBIR...

Apenas tengo memoria sobre los primeros versos que escribí. Tal vez fueran de amor, ese amor tierno de infancia que nos sobrecoge cuando apenas tenemos edad para conocer el mundo. Tal vez fueran sobre la muerte, porque desde pequeño fui melancólico y reflexivo, quizás demasiado para aquella edad. De una u otra forma, ya fueran versos luminosos o palabras cargadas de una honda tristeza, los versos estuvieron presentes en mi vida desde mi niñez. Mi relación con la poesía, como todo lo arrebatadoramente pasional, duró poco, apenas unos años, pero lo suficiente como para dejarme dentro una semilla que ha pintado de lírica toda mi prosa. 

Tras la poesía llegó la narrativa, breve en un primer momento. Escribí relatos como una terapia para el alma, inquieta, que buscaba sosiego derramando palabras sobre el viejo teclado de un 486. La prosa echó raíces y decidió quedarse a mi lado, creció y floreció. Desde entonces ha estado dándome frutos, generosa, sin apenas pedir nada a cambio. 

La novela fue la evolución natural de una pasión que parecía no tener límites. La inquietud ya no se colmaba con unas cuantas palabras y tuve que alimentar la inspiración con más horas, más trabajo, y más páginas. En la novela me encuentro cómodo, la novela es el cauce de mis ideas, que fluyen mansas y acarician las piedras del lecho, canteando sus bordes afilados. 

Escribir no es una afición, es una forma de entender el mundo, es una compulsión que te arrastra a horas de soledad donde la dicha de crear te serena y te llena por completo. Por eso nunca he dejado de escribir, porque esta tarea del alma da sentido a lo que hago mientras no escribo, eso que muchos llaman vida.

lunes, 27 de mayo de 2013

LOS DESORIENTADOS

Amin Maalouf me ha sorprendido con una novela sensible sobre la historia reciente de su país natal, Líbano. “Los desorientados” es un libro que narra el reencuentro de un grupo de amigos tras muchos años de desconexión. Con esta situación podemos sentirnos identificados muchos. Pero al hilo de este reencuentro, Maalouf nos narra unos hechos trascendentales que ocurrieron en Líbano en la segunda mitad del siglo XX, así como unas profundas reflexiones sobre la condición humana, las relaciones, las estrategias de poder, la religión… 
Se trata, sobre todo, de una obra inteligente, bien narrada y bien estructurada. A nivel técnico, combina la tercera persona con la primera, en un estilo casi epistolar. Esto permite analizar la situación desde el punto de vista del narrador omnisciente y desde el yo subjetivo del protagonista. Muy interesante, es la primera vez que leo algo así. Normalmente las impresiones subjetivas se muestran a través de los diálogos, pero en esta novela se muestran en cartas, correos electrónicos y un diario que el protagonista mantiene al día. 
El grupo de amigos es de nivel cultural alto, lo que permite insertar análisis sobre temas muy diversos. Lo que los une es una visión del mundo y una crisis de identidad que pretenden deshacer a través del reencuentro, volviendo a sus orígenes. Cada uno de ellos ha vivido una experiencia distinta que nos aporta diferentes perspectivas. Muchos de ellos viven en el exilio en diferentes continentes, lo que permite contrastar la visión de Líbano desde fuera y desde dentro. 
Últimamente no encontraba lectura que mereciera la pena terminar (no soy de los que siempre terminan el libro que empiezan a leer, prefiero perder un par de horas que cincuenta). Por eso esta novela me ha caído como agua de mayo, nunca mejor dicho. Un libro lleno de razonamientos y también de lirismo que, sin lugar a dudas, recomiendo.

miércoles, 22 de mayo de 2013

EL REINO DE GRANADA




Al-Andalus estuvo cayendo desde que nació. Esta afirmación es la principal conclusión que saco al estudiar la historia medieval de España. Primero ocurrió la invasión musulmana, que fácilmente avanzó por un estado visigodo desintegrado y débil, donde los nobles locales pactaron su pervivencia a cambio de ciertas concesiones. Después vino el derrocamiento de la familia Omeya en Damasco, el éxodo y el asentamiento de contingentes masivos de árabes en estas tierras. Así nació un emirato dependiente del califato Abbasí de Bagdad. Pronto los Omeyas se sacudieron la dependencia religiosa del califa de la familia Abbasí, que los había derrocado, instaurando un califato independiente con sede en Córdoba. Con el ascenso de Almanzor, una especie de dictador ilegítimo, el califato comenzó a desmenuzarse en reinos independientes, o Taifas. Después vinieron las invasiones de dos grandes imperios del norte de África, los Almorávides y los Almohades. Finalmente, marcando como punto de inflexión la batalla de las Navas de Tolosa (1212), el imperio Almohade se retira de al-Andalus y nace el reino de Granada, cuyas tierras se extienden desde Cádiz hasta Almería, incluyendo a Málaga y Jaén. Como todos sabemos, en 1492 el reino de Granada, cercado y acosado por los castellanos, sucumbió, y con él lo que quedaba de al-Andalus. Este resumen es muy simplista y sólo sirve para establecer un hilo conductor de acontecimientos. Entre todos estos hechos tan diversos que ocurrieron durante casi ocho siglos y que englobamos de forma burda en un único período, hay un solo punto común: la pérdida incesante de territorios a favor de los reinos cristianos del norte.

En el período del reino de Granada también sucedió de esta manera. Granada fue perdiendo territorios progresivamente hasta su desaparición. Al principio, gracias a una hábil política de alianzas y a los problemas internos de los reinos del norte, las fronteras apenas se movieron, pero, a partir de 1481 la pérdida se acentuó. En ese año Muley Hassan se sintió fuerte y dio un paso hacia la guerra. Granada pagaba parias a Castilla como vasallo, lo que aseguraba la paz, por una parte, pero impedía que Granada tuviera un ejército fuerte por otra. La actitud de Muley Hassan fue la siguiente: usemos el oro de las parias para hacer lanzas. Así, en 1481 lanzó un ataque contra Zahara de la Sierra, tomándola por sorpresa. Este ataque fue su perdición. Los cristianos lo usaron como excusa para lanzar todo su poder contra ese reino musulmán que tanto los molestaba, y al año siguiente tomaron Alhama de Granada, en el corazón del reino. Aquí comenzó el declive. La toma le costó el trono a Muley Hassan y a partir de ahí todo fueron luchas civiles en el reino de Granada, y campañas castellanas que fueron moviendo sus fronteras hacia el interior. Cada año los cristianos se comían una franja del territorio y los granadinos no tenían más remedio que capitular. 

¿Cuál fue el problema? Que los cristianos golpearon contundentemente con un solo puño, mientras que los granadinos permanecían divididos. Cada alcaide intentaba resistir de forma aislada a los intentos de toma y no se organizaba un único ejército común con fuerza suficiente para resistir. 

Finalmente, Granada se vio reducida prácticamente a la capital, que sentía los estragos de la presión demográfica de los habitantes de los lugares conquistados. Cayó en 1492, pero su sentencia de muerte estaba dictada mucho antes, al igual que la de al-Andalus en conjunto. 

Para ilustrar la entrada, pego unos párrafos de mi novela donde se recogen estas ideas:

  ...Malic Alavez continuaba aturdido pero escuchaba con atención las sabias palabras de su amigo. 
    -El problema está en nuestro pueblo -prosiguió Lentin-. Los rumíes golpean siempre en la misma dirección mientras que nosotros permanecemos divididos en nuestras alcazabas, intentando salvarnos de manera individual -el alcaide de Moclín agachó la cabeza, avergonzado por no haber acudido a la llamada de socorro. Muhammad Lentin percibió la actitud de culpa de su viejo amigo-. No te culpo por tu conducta, tal vez yo en las mismas circunstancias hubiera actuado igual. Precisamente ahí es donde reside el origen de nuestros males -hablaba con desánimo-. Ahora estoy convencido de que nos acecha la perdición definitiva, Al Andalus ha estado cayendo de la misma manera durante siglos. 
    -Todavía podemos hacer algo para torcer nuestro destino -reprochó Malic Alavez movido por un anhelo de venganza que lo dominaba por completo. 
   -Poco, Muhammad, poco podemos hacer ya... Voy camino de Granada con mi gente y no puedo entretenerme demasiado, debo partir. Tan solo quería verte y avisarte para que estés prevenido. Los rumíes no pararán hasta conquistar cada rincón de nuestra tierra y tal vez en la próxima campaña le toque a Moclín. Las fronteras no son seguras y ésta es la puerta que puede abrir la vega de Granada. Debes estar preparado. 
    Muhammad Malic Alavez se quedó solo. Reflexionó sobre el discurso de su amigo y se preguntó si tendría razón, si los restos de Al Andalus estaban ya condenados, si Moclín caería en la siguiente campaña...  


jueves, 16 de mayo de 2013

LA CAÍDA DE LOS GIGANTES


Abro una nueva sección del blog para hablar sobre libros que he leído y comentar lo que me han parecido. No pretendo sentar cátedra, tan sólo quiero compartir, por si os valen, mis impresiones sobre esos libros que decido leer. 

El primero del que os voy a hablar es el último que ha caído en mis manos: La caída de los gigantes.
Ken Follet me atrapó con el mundialmente conocido "Los pilares de la tierra", un libro que me fascinó y que incluso me inspiró para lanzarme a crear mi primera novela histórica. Después de esta fantástica novela me atreví con "Un mundo sin fin", pero he de reconoceros que lo dejé a medias. Desde mi punto de vista, se trata de un libro hecho por encargo, al hilo del éxito del primero. No es un libro nacido de las entrañas del escritor, y eso se nota en el resultado. 
Sin embargo, con "La caída de los gigantes" me he reconciliado con el autor. La prosa es fluida y no resulta pesada, las historias enganchan y la descripción de la época me parece fascinante. Para mí, el gran mérito de Ken Follet es crear una compleja trama de personajes ficticios que interactúan entre sí y con otros personajes históricos, creando una red de vidas que realmente te atrapa. 
A nivel histórico se ve un trabajo laborioso de documentación, tanto a nivel de intrahistoria como de acontecimientos generales. Este aspecto también se valora. Por otra parte, me encanta que haya elegido la primera guerra mundial para ambientar su obra, ya que es una gran desconocida, siempre a la sombra de la segunda gran guerra. Los hechos que se narran nos ayudan a entender el sistema político y económico actual, que sin lugar a dudas es heredero del convulso siglo XX. 
Por tanto, a modo de resumen, me ha parecido una novela recomendable que me ha hecho pasar un buen rato y me ha enseñado una parte de la historia muy desatendida por los autores de novela histórica.

sábado, 11 de mayo de 2013

LA NOCHE EN BLANCO

Málaga ha vestido sus calles de cultura esta noche. Conciertos, museos abiertos, arte callejero, lecturas... la ciudad se ha convertido en espectáculo y las calles han sido tomadas de una manera muy diferente a como normalmente lo hacemos. El evento se llama "La noche en blanco". Esta noche no hay prisa, no hay agobios, no hay cabezas gachas mirando la pantalla del móvil mientras caminan evitando tropezar. Esta noche el arte ha asaltado la ciudad y, por lo que he visto, la gente ha sido su cómplice. Muchos se empeñan en decir que la "telebasura" tiene sentido porque es lo que vende, pero hoy miles de personas lanzadas a la calle para disfrutar de los espectáculos me han demostrado lo contrario. Han disfrutado de la música, de los museos y de las expresiones artísticas más sugerentes. 
Tal vez el problema con la cultura sea hacerla accesible, sacarla a calle, y dejar de "sacralizarla" como algo sólo alcanzable y deseable por unos pocos, por una parte, y conseguir que su precio sea más acorde al pueblo que la demanda, por otra. La cultura, por definición, no puede ser elitista, la cultura no es un bien exclusivo que sólo unos pocos pueden comprar. Hagamos de la cultura un derecho y un deber, porque sólo un pueblo culto está preparado para dirigir su destino...


martes, 7 de mayo de 2013

EL MISTICISMO EN LA NOVELA

Una novela es un texto complejo en el que tienen cabida muchas realidades. Al menos así debe ser. "El Escudo de Granada" es una novela histórica y, como tal, ofrece una descripción de un lugar concreto en un momento concreto (el reino de Granada a finales del siglo XV, cuando resistía con dificultad al acoso de Castilla y Aragón). Pero aparte de esto, también he intentado ofrecer una concepción del mundo que sea coherente con aquellos tiempos. Como eje argumental situé una historia de evolución personal de la que no voy a hablar demasiado por si lee esta entrada alguien que piense leer la novela y todavía no lo haya hecho. Al hilo de esta evolución inserté pinceladas de una forma de misticismo muy curiosa que en el reino de Granada tuvo mucha aceptación. Se trata del sufismo, el misticismo islámico, que supo coexistir con el malikismo oficial. 

El malikismo como corriente religiosa islámica defiende una postura conservadora, estática, que no deja mucho margen a la libre interpretación o al análisis de los textos. El sufismo en cambio es un camino de acercamiento a Dios con plena libertad y cierto individualismo. Precisamente esa libertad fue la que atrajo a muchos granadinos, sobre todo de las clases acomodadas. Granada era malikí, pero en multitud de hogares se leían las obras de santones, ascetas y místicos, y se practicaban sus técnicas de toma de conciencia. El sufismo (hay que especificar que dentro de esta forma de misticismo se engloban muchas escuelas particulares) aboga por la búsqueda de Dios dentro de uno mismo, como una realidad que está presente en nosotros. Al igual que las actuales formas de misticismo, busca una disolución del ser, entendido como construcción humana y mental, para conseguir conectar con nuestra alma, que es la forma en la que Dios reside en nosotros. De esta manera, la búsqueda de Dios se hace en el interior, a través de la meditación y del retiro de la realidad mundana. 

Debo reconocer que estas teorías siempre han llamado poderosamente mi atención y creo firmemente en los beneficios de la meditación como técnica de autoconocimiento e incluso de sanación.
Como me dijo Avihay, un gran místico de nuestros tiempos, la divinidad está en ti. Con esta afirmación como bandera podemos conseguir grandes logros.
Esta convicción se manifiesta en la novela a través de la historia central de evolución personal, un camino de mejora que emprende el protagonista y que cualquiera de nosotros puede emprender. 

miércoles, 1 de mayo de 2013

PROYECTOS


Un escritor vocacional (no entiendo otro tipo de escritor) no para de trabajar, ya sea documentando, ya sea escribiendo o corrigiendo. Cuando terminas un trabajo sientes una gran satisfacción, pero el hambre aprieta enseguida y sientes la necesidad urgente de embarcarte en otro proyecto. "El escudo de Granada" la terminé hace tiempo y, mientras buscaba editorial para publicarla, seguí trabajando en una nueva obra. Ahora ya está terminada esa segunda novela, en la que he intentado volcar todo lo aprendido en el proceso de creación de la primera. Pronto me pondré a trabajar en la tercera, mientras "El escudo de Granada" sigue su proceso de difusión en librerías y en Amazon. Para publicar la nueva novela esperaré unos meses, hay que agotar los procesos y respetar los tiempos. Como al vino, a una novela recién publicada hay que darle tiempo para que coja sabor. 

En este blog os mantendré informados sobre los avances en mi trabajo. Compartir la información con vosotros siempre es un placer. 

miércoles, 24 de abril de 2013

EL ZAGAL, SULTÁN DE GRANADA

Cuando pensamos en la guerra de Granada nos vienen a la memoria dos grandes sultanes: Muley Hassan y su hijo Boabdil, pero olvidamos a una figura muy importante que desempeñó un gran papel en el curso de los acontecimientos. Se trata de Muhammad ibn S'ad, más conocido como el Zagal. Era hermano de Muley Hassan y, por tanto, tío de Boabdil. Su apodo, Zagal, significa valiente, y se lo ganó en la batalla de la Axarquía, donde asestó un tremendo golpe al orgullo de los castellanos en una sonada victoria en las abruptas tierras de la comarca malagueña. Cuando comenzó a cobrar verdadero protagonismo era walí de Málaga (una especie de gobernador provincial). Era el año 1485 y Boabdil había sido hecho preso por el conde de Cabra en una expedición del granadino por tierras cordobesas, varios años antes. El rey chico se sometió a los reyes de Castilla y permaneció en sus tierras durante un tiempo. Muley Hassan recuperó el trono granadino, pero la campaña castellana contra las tierras occidentales de Málaga (con la caída de Ronda y Marbella como acontecimientos destacados) debilitó su gobierno y provocó revueltas que culminaron con su derrocamiento y el alzamiento de su hermano, el Zagal, como sultán. Poco después murió Muley Hassan. El nuevo soberano se estrenó en el trono con dos grandes victorias, una contra una expedición salida de Alhama para saquear las tierras de Granada y otra contra un ejército liderado por el conde de Cabra que pretendía tomar la fortaleza de Moclín. Fernando e Isabel miraron con recelo estos acontecimientos y decidieron entrar en juego con su mejor carta: la liberación de Boabdil y su apoyo para que se enfrentara al Zagal. De esta manera sembraron la semilla de la discordia en un reino que comenzaba a estar pacificado internamente y que contaba con un líder fuerte. La consecuencia fue clara, luchas civiles que debilitaron a los granadinos durante años. Finalmente, tras diversos avatares que tal vez comente en otra entrada, Boabdil se impuso sobre su tío y dirigió el destino de los granadinos de la manera que todos conocemos.
La pregunta que lanzo al aire, para que la respondáis si os apetece, es: ¿qué habría pasado con el reino de Granada si el Zagal se hubiera mantenido como líder indiscutible?
Seguramente el reino habría caído también, pero seguro que no de la misma manera.
Por otra parte, de los hechos se puede extraer una conclusión a nivel sociológico. El pueblo de Granada era un pueblo con opinión que no se dejaba gobernar como un mero rebaño de ovejas. Juzgaban a sus sultanes y emitían veredictos que no tenían en cuenta la legitimidad del mandato. Si consideraban que sus gobernantes no eran dignos de su confianza se levantaban contra ellos y los sustituían por otros. Hechos como los que se narran en esta entrada ocurrieron en multitud de ocasiones en la historia del reino, varios siglos antes de que en el resto del mundo occidental comenzaran muchos pueblos a alzarse contra sus gobernantes.

(La historia que aquí se narra sirve de ambientación política a "El escudo de Granada").